El exitoso director y guionista argentino radicado en Chile charló con Mercado Audiovisual sobre su arte a la hora de narrar y buscar los formatos adecuados. Además, comparó las condiciones de producción en Argentina y Chile, y también qué significa el auge de las plataformas.
El guionista y director Diego Rougier se define como alguien que disfruta de contar historias. Pero eso no ocurre así nomás, sino por medio de un meticuloso proceso de búsqueda. «Lo que hago es contar un cuento-sostuvo. Uno busca el formato perfecto para contar ese cuento, ya sea un largometraje, una serie o una obra de teatro,por caso. Se trata de encontrar el vehículo ideal para contar esa historia, junto con el texto, los actores, los planos para lograr transmitir lo que se busca contar. Uno va aprendiendo en este oficio para hacer más eficiente el cuento que se quiere contar».
Protagonista de un currículum tan diverso como extenso, el entrevistado se instaló en 2004 en Chile luego de producir «Costumbres argentinas» en nuestro país. Cuando Mercado Audiovisual entrevistó a Diego Rougier, le acababan de avisar que la versión chilena de “Casados con hijos” había sido elegida la mejor producción audiovisual de Chile. En medio de esa gran alegría, el guionista y director argentino radicado en el país trasandino explicó que, cuando decidieron volver a poner en pantalla la mencionada comedia, tuvieron que hacer adaptaciones propias de los cambios de época:
DR: Cuando uno compra una licencia, ya se hace una adaptación. «Casados con hijos» se hizo en los ochenta y roza los comienzos de los noventa. Ya cuando nosotros lo hicimos en Argentina se hizo un trabajo de adaptación profundo porque la idiosincrasia es absolutamente distinta. También hay otra cosa, la versión gringa tiene 22 minutos de duración, la que hice en Chile dura 40 y la que estoy haciendo ahora tiene una artística de 60 minutos. Son procesos totalmente de cero. Qué es lo que me quedo yo de la licencia, la dinámica de los personajes, la forma de relacionarse de los personajes, el plot inicial de cómo se construye esta familia. Pero después de eso, son guiones nuevos. Sostengo la dinámica de los personajes pero desde lo que sucede en el presente.
«Uno busca el formato perfecto para contar ese cuento, ya sea un largometraje, una serie o una obra de teatro,por caso. Uno tiene que encontrar el vehículo ideal para contar esa historia»
MA: Cuando se producen cambios tan sensibles en la sociedad, ¿de qué manera condiciona el trabajo de un guionista que trata temas de la cotidianeidad?
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DR: Muchísimo, enormemente. El camino que yo elegí en la serie de este año fue hacerme cargo de eso. Nosotros teníamos un personaje que trabaja en una zapatería que es absolutamente machista, misógino, represetando un tipo de cultura absolutamente sexista. Lo que hicimos es reflejarlo en el personaje, y no decir ahora es otro personaje. Ahora lucha con su contradicción, trata de ser correcto pero le pasa de todo por dentro. Le hablan con lenguaje inclusivo, y al tipo le explota la cabeza. Y eso termina siendo gracioso porque no estamos diciendo que ahora no se puede hablar de eso y ahora el hombre es una persona distinta. No es consciente de los cambios y se resiste eternamente a ellos con toda su pasión, y ello nos ayuda a jugar en la comedia. También tenemos el personaje que no cambia y la familia que se enoja por eso.
A lo largo de los años, Rougier comprendió que los desafíos no están tan relacionados con el tiempo que le toca vivir sino por la historia que se quiere contar dependiendo el género: “Los desafíos son puntuales de cada proyecto. La gracia es cómo uno se apropia de la historia y qué aporta como nueva visión para que valga la pena”, sostuvo. Eso mismo está atravesando ahora mientras vuelve a producir un western, como en sus comienzos.
«La oportunidad de llegar a mucha gente te la dan las plataformas. No hay festival de cine que te dé esa pantalla y esa notoriedad. A 4 meses que salió Desconectados, se va a hacer una remake en Tailandia. A mí me gusta que las producciones que yo hago se vean»
MA: ¿Qué sale de comparar las condiciones para producir cine en Argentina y en Chile?
DR: Trabajé bastante en televisión en Argentina, y cuando llegué acá en 2003 también trabajé bastante. Desde hace unos 15 años me fui tirando para el cine. Entre las diferencias está la cantidad. En Argentina, hay una cantidad impresionante de profesionales de altísimo nivel. En cambio, en Chile, tienes muy buenos profesionales también, pero la cantidad no es la misma. Cuando hubo un momento de furor de las plataformas en Chile era imposible conseguir técnicos para hacer películas. Eso en Argentina no hubiera sucedido. Lo mismo sucede en la cantidad de actores. La calidad técnica se ha estandarizado muchísimo, lo cual es bueno porque uno llega a los países y hace una producción, y la calidad siempre es excelente. Lo que hace la diferencia siempre son los presupuestos.
MA: ¿Qué otras diferencias aparecen en la comparación?
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DR: Otra diferencia grande es que Argentina cuenta con el INCAA, que más allá de las críticas es una institución que ayuda, promueve y financia el cine de una manera muy diferente y muy amigable. En cambio en Chile es un concurso audiovisual, que depende de un jurado que puede encontrar bueno o malo tu proyecto en función de determinados puntos personales, y eso siempre hace que uno tenga una incertidumbre sobre si tu proyecto va a ser elegido. En cambio el INCAA financia una cantidad de películas enorme, comparadas con las cuatro o cinco al año que se financian en Chile. Aparte en Chile el presupuesto que te dan solo cubre el 30 por cierto del total de la producción. En cambio en Argentina es po el total del financiamiento.
«En Argentina hay una cantidad impresionante de profesionales de altísimo nivel. En cambio en Chile tienes muy buenos profesionales también, pero la cantidad no es la misma»
MA: ¿Recordás algún ejemplo que lo grafique?
DR: Sí, por ejemplo produje en Argentina una película que fue una coproducción entre Argentina, Chile, Brasil, Bolivia, México y Noruega. Rodamos durante cinco años. Ganamos premio Platino a opera prima, mejor opera prima en Málaga, nos llevamos nueve estatuillas en Argentina el año pasado. Si esa película solo hubiera sido solo con recursos chilenos, no se hubiera podido hacer.
MA: Mencionaste el boom de las plataformas: ¿qué es lo positivo y qué lo negativo?
DR: Una cosa positiva es que la última película que hice, que se llama Desconectados, estrenada en diciembre de 2022, salióen 220 territorios. Para las plataformas no son países, son territorios. Es imposible que una producción mía por fuera de las plataformas lograra eso, por más exitosa que sea. Tuvo 35 subtítulos en diferentes idiomas y se dobló a dos idiomas. Esa oportunidad de llegar a mucha gente te la dan las plataformas. No hay festival de cine que te dé esa pantalla y esa notoriedad. A 4 meses que salió la película, se va a hacer una remake en Tailandia. A mí me gusta que las producciones que yo hago se vean. Otra cosa buena de la llegada de las plataformas son los presupuestos, que suelen multiplicar por diez lo que te entrega por ejemplo el Fondo Audiovisual de Chile. ¿Hay algo malo?
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MA: Especialistas consultados marcaron la concentración de la producción, en lo concerniente a las productoras y, por caso, actores. También subrayaron la necesidad de que los catálogos nacionales estén en lugares prioritarios, etc.
DR: Siempre va a haber cosas que mejorar. No encuentro que esto que decís sea un error de las plataformas. Creo que si uno va consiguiendo mayor visibilidad de la producción nacional, excelente. Ahora, exigirle que tenga tal cantidad tiene que ver con las políticas públicas de cada país. Según un estudio que leí, en nuestra región cuesta mucho que se mire la producción de nuestros vecinos. Por ejemplo, el informe decía que en Argentina veían mucho producciones gringas, algo europeo y argentino, pero no veían producciones de Brasil, de Chile y de Perú, por caso. Por supuesto, porque así es su negocio, las plataformas ante todo te van a ofrecer las producciones propias y no tanto aquellas cuyas licencias compraron.
Línea de tiempo
En 1992, Rougier fue uno de los gestores del canal musical Much Music, del que fue su productor y director durante tres años. También dirigió videoclips en distintos países de Latinoamérica, con artistas como Enrique Iglesias, Mercedes Sosa, Bee Gees y Charly García.
Dirigió varios programas en Argentina , donde ganó el Premio Martín Fierro por la teleserie «Costumbres argentinas» que se emitió en Telefe.
A partir del 2004, se radicó definitivamente en Chile, donde dirigió «Bienvenida realidad» y «Tiempo final». Al año siguiente realizó el sitcom «Casado con hijos» , «La Nany» y «La Colonia».
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Debutó como director de largometraje en 2010 con «Sal», protagonizado por Fele Martínez, Javiera Contador, Patricio Contreras y Gonzalo Valenzuela. La película se convirtió en el primer western en la historia del cine chileno y ganó la primera edición del festival neoyorquino First Time Fest 2013.
Además, recibió el premio a la mejor fotografía (David Bravo). «Sal» fue una de las películas más premiadas de la década, con más de 61 premios en festivales internacionales.
Dirigió la versión chilena de la serie «Familia moderna» en Mega, que se emitió en 2016.
En teatro ha escrito y dirigido obras como «La Familia ante todo» (2010), «En Terapia» (2011/2015), «Soy un desastre» (2016), entre otras.
Su segundo largometraje «Alma», estrenado en septiembre de 2015, fue el segundo film nacional más visto en Chile. Recibió una veintena de premios en festivales internacionales y se estrenó también en Argentina y México.
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En 2022, estrenó el éxito internacional Desconectados en la plataforma Prime Video.