La distancia entre las palabras y los hechos suele ser en política una de las claves para entender el tono real de una gestión de Gobierno. Sin embargo, cuando se está en una etapa embrionaria, se podría medir a partir del trecho que separa al discurso proselitista frente a las propuestas.
Con un discurso ultra conservador, José Antonio Kast acaba de ser elegido presidente Chile para los próximos cuatro años. Su primera reunión será en Argentina con el libertario Javier Milei, cuya gestión se encuentra atravesada por un profundo ajuste sobre el sector de la cultura, generando una abrupta caída tanto en su producción como en la generación de empleo y riqueza. Es por esto que este primer paso de Kast habilita la interpretación de que su Gobierno recorrerá un camino similar al argentino.
Sin embargo, cuando se recorren sus propuestas se encuentran líneas muy diferentes, lo cual abre un claro interrogante.
En el documento que el propio Kast presentó de cara a las elecciones que se celebraron hace cuatro años, el entonces candidato se refiere con claridad sobre cómo abordará la industria audiovisual.
Por ejemplo, en la página 190, afirma esto: «Tenemos la certeza que la población se conmueve y moviliza ante la cultura de calidad. Por tanto, la baja asistencia a los distintos espectáculos obedece primordialmente a la baja calidad de estos. Para remediar este déficit, se proponen crear incentivos para producciones de mayor nivel, entregando fondos a programas audiovisuales edificantes, financiamiento de exposiciones de categoría internacional, entre otras medidas«.
Por otro lado, cuatro páginas después, el candidato proponía: «Respecto a los fondos audiovisuales, el financiamiento se enfocará de manera exclusiva en la creación de contenidos de altísima calidad. Para tales efectos, se crearán propuestas de licitación con contenidos específicos (por ejemplo, pueblos andinos, astronomía, vida silvestre, etc.). Tal como en el caso de los concursos antes referidos, las propuestas serán anónimas, mientras los jurados estarán conformados por profesionales con una sólida experiencia laboral y académica».
En otro tramo dedicado a la promoción cultural, el documento reza: «Se deberá trabajar profundamente las comunicaciones con el Ministerio de Relaciones Exteriores, promocionando a los artistas que representan a Chile en el extranjero, sus creaciones y las diversas manifestaciones de la cultura chilena. También se continuará y aumentará la promoción de los artistas nacionales en las bienales y ferias de arte internacionales, concursos musicales, festivales de cine, etc. Esta labor debe ser ejecutada por embajadas y consulados, limitando la figura del “agregado cultural” a destinos estratégicos, a saber, Nueva York, París, Buenos Aires y Beijing».
Finalmente, en el aspecto comunitario, remarca: «Creación y formación de audiencias para las artes escénicas, música y cine en juntas de vecinos, asociaciones gremiales y comunidades educativas municipales. Esto siempre en respuesta a la opinión e intereses de la comunidad».
Ante líneas concretas como las reseñadas, una pregunta queda en el aire: ¿qué hará Kast en realidad?